14/1/13

LOS OJOS


ESPECIAL ALCALÁ. Desamor y movimiento

 





DRAMATURGIA y DIRECCIÓN: Pablo Messiez
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Alicia Calot
COREOGRAFÍA: Teresa Nieto
ILUMINACIÓN: Videoescena Eventos
PRODUCCIÓN: Teatro Fernán-Gómez, Centro de Arte Javier Naval
REPARTO: Fernanda Orazi, Marianela Pensado, Violeta Pérez y Óscar Velado
DATOS DE LA FUNCIÓN: Corral de Comedias (Alcalá de Henares), 18 de noviembre de 2012. 90 minutos.




Lo peor que se puede hacer con el dolor es desperdiciarlo. La frase no solo no es mía sino que es una ironía dramática vía twitter que me llegó ayer y sobre la que no paro de dar vueltas. Bendito dolor el de Pablo Messiez, quien ha sido capaz de transformar desamores personales en esta sinestesia emocional que es Los ojos: un melodrama sobre el desarraigo, la inseguridad y el despecho, sobre amores que se evaporan y no comprendes, amores que terminan y buscas. Pero también –y lo que es casi más importante– sobre la necesidad de seguir en movimiento. Un espectáculo que descoloca y estremece por su valentía, honestidad y verdad.
Aunque el punto de partida es la Marianela de Galdós, Messiez hace muy suya la trama y rápidamente va por otros derroteros: una madre, Natalia, seductora y desbordante pero marcada por un tremendo desamor y su hija Nela –que se sabe feúcha– son las protagonistas de la función. Luego están Pablo, ciego y tranquilo, el novio guapo de la acomplejada Nela y el objeto por el cual estas mujeres están en movimiento; y Chabuca, oftalmóloga que cura con la música, cuya inclusión en la obra me parece forzada pero necesaria puesto que es el personaje desequilibrante. Se presentan, por lo tanto, dos tramas: la de la hija y la de la madre. Ambas parece que marchan paralelas, casi estorbándose, para unirse luego en ese punto álgido que es “la escena de la tierra” y finalizar con un epílogo, de Natalia, que esconde una arriesgada pero bien resuelta elipsis argumental, la de Nela.
(Siempre que veo espectáculos firmados por autor-director cuya puesta en escena me parece mejor que el texto, me pregunto qué pasaría si lo montara un director que no fuera su autor. Realmente la pregunta no tiene la más mínima importancia porque cuando un espectáculo te llega a la patata y te secuestra emocionalmente tanto como este, estas y otras minucias no tienen relevancia)
Si Violeta Pérez (Chabuca) y Óscar Velado (Pablo) están estupendos solventando sus personajes, no se imaginan cómo están Marianela Pensado (Nela) y Fernanda Orazi (Natalia). Si alguien no tenía claro el concepto de organicidad, no tendría nada más que ver a estas dos grandes actrices mano a mano. La primera hace algo sumamente difícil: estar magnífica sin que se note y permitiendo que otro se lleve los focos. Y es que la composición de personajes de Nela y la capacidad que tiene para comunicar su inseguridad junto al hallazgo de la escena rezándole a la Virgen son para quitarse el sombrero. 


Lo de la segunda, la Orazi, es algo tan extraordinario que temo que pueda restarle en un futuro por falta de acompañantes o interpretando personajes primos de Natalia cuando me parece una actriz sin techo, con las emociones a flor de piel, que sostiene los estados del personaje como nadie dándole fuerza e intensidad a sus silencios, capaz de cautivar miradas en torno a sus ojos o sus manos y de hacerte pasar –como ella– de la risa al lagrimeo sin que te des cuenta. Aderecen todo eso con una energía arrolladora y  verdad interpretativa y se encontrarán con la Orazi: un huracán que cuando pasa te deja emocionalmente desbordado.
Y es que eso es Los ojos, pura turbación, puro sentimiento en un melodrama muy argentino que te ensucia tanto como se ha ensuciado su autor/director al llevar a tan buen puerto su proyecto, tanto como sus actores con esa tierra que pisan y de la que te hacen formar parte. Una vez abierta la ventanita del corazón, poco se puede hacer; lo difícil es aceptar que “tu lugar está donde esté alguien que te quiera”, y moverse.

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