22/12/09

NOVIEMBRE


SOMBRAS QUE ACOSAN A LUCES





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NOVIEMBRE
AUTOR: David Mamet
VERSIÓN y DIRECCIÓN: José Pascual
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Rafael Garrigós
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Felipe Ramos
DISTRIBUCIÓN: Pentación Espectáculos
INTÉRPRETES: Santiago Ramos, Ana Labordeta, Cipriano Lodosa, Jesús Alaide, Rodrigo Poisón
AFORO: Completo.
DURACIÓN: 1 h 40 min.
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca. 18 de diciembre de 2009, 21:00

Es curioso cómo en menos de un mes ves dos espectáculos de cuyas partes técnicas se ocupan las mismas personas: Felipe Ramos y Rafael Garrigós firmaron iluminación y escenografía en Días de vino y rosas y repiten en esta. Como en aquella, la parte técnica se adecuaba correctamente a la puesta en escena propuesta por el director. Ambos montajes coinciden, también, en la nacionalidad estadounidense de los textos y que ambos se podrían encuadrar dentro de una puesta en escena realista, típica del teatro burgués. Ahora bien, mientras uno se ocupa de una relación de pareja que comenzaba y se deterioraba a base de alcohol, el otro se centra en hacer sátira política en torno al habitante de la Casa Blanca, su mediocridad y sus ruines quiebros para aferrarse, cual lapa, al poder.
El punto de partida es reconocible para todo aquel que esté familiarizado con el imaginario estadounidense: el protagonista es el presidente de USA, el espacio es el despacho oval, el tiempo son los días previos a Acción de Gracias y a unas elecciones presidenciales, el sueño americano de que se puede llegar a lo más alto con trabajo, las líneas telefónicas del presidente…. solo faltó el Air Force One. La comparación con el anterior inquilino y su nivel de inteligencia, el de las armas de destrucción masiva, es inevitable y eso es uno de los elementos que tiene este espectáculo para congraciar con el espectador: a la gran mayoría nos gusta y nos hace gracia que se metan y ridiculicen a un presidente –y más si es de EEUU porque es el que nos manda; y más si nos cae mal, como es el caso–, que se exhiba abiertamente su obsesión por el poder, la falta de respeto por el pueblo, su ligereza para robar, engañar, manipular, sobornar y mentir; y que se acepte que es un tipo mediocre también.
Ahora bien, la resolución tanto textual como escénica tiene sus grandes luces y sus sombras. Ilumina hasta bien lejos la introducción y el uso inteligentísimo del teléfono textualmente hablando, claroque se convierte en un personaje más, es el pilar textual del ritmo haya sido bien ejecutado o no, como es el caso, el que envuelve al espectador en la obra, aunque en algún momento de la segunda parte agote una pizca tanta llamada. No es, seguro, el mejor texto de Mamet pero en él sí se vislumbra, y a veces se aprecia, su ingenio, su inteligencia, su carácter y se puede alabar su manejo de la carpintería teatral. Me hace quedarme con ganas de ver más del autor.
Del reparto destaca, cómo no, la interpretación de Santiago Ramos, foco de atención de la obra, origen del conflicto, protagonista absoluto. Él dice – repito: dicela mayor parte del texto y ocupa casi literalmente la mayor parte del escenario. No lo digo por espacio sino por movimiento: derrochaba tal cantidad de energía como para que Unión Penosa estuviera tranquila durante una temporada; pero una vez transcurridos los veinte primeros minutos pensé que no podría llegar más alto ni al final de la función sin bajarla. Al final llegó –hay un pico hacia abajo con el resto del montaje entre el segundo y tercer acto– pero tanta exhibición de gestos, de movimientos, de gritos puede agotar al espectador. Contrasta por contención el personaje de Archer Brown, interpretado por Cipriano Lodosa, actor que me sigue llamando la atención desde que lo descubrí como genial chicoMihura en el último Tres sombreros de copa: mide, controla escenario, tiempos, trabaja a favor de obra… como con Mamet, también tengo ganas de verlo en más registros de los dos que lo he visto, por comprobar si mantiene el nivel.
Ana Labordeta y Jesús Alcaide me parecieron correctos y bajaba Rodrigo Poisón, quien apareció en un nivel diferente al del resto del reparto en sus apenas cinco minutos y tanto su interpretación como su introducción como personaje desentonaban bastante.
Con todo, me parece hay que medir también los excesos, revisar algunos aspectos del texto al que se podía haber sacado más partido y no aturullar tanto para lucir más la pieza.

8/12/09

¡AL CARAJO LA POESÍA!


MENOS ES MÁS=TEATRO


¡AL CARAJO LA POESÍA!

IDEA ORIGINAL y DIRECCIÓN: Marieta Monedero

TEXTO Y DRAMATURGIA: Marieta Monedero y Carmen Castrillo

ADJUNTA A LA DIRECCIÓN: Carmen Castrillo

DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Agustín Martín

DISEÑO GRÁFICO: María Riera

VOZ EN OFF: María Ángeles Alonso

GRABACIÓN: Suso de la Nava

ESCENOGRAFÍA, VESTUARIO Y ATREZZO: Luis Oliver, Carmen Castrillo y Marieta Monedero

COMPAÑÍA: Raízde4teatro

INTÉRPRETES: Carmen Castrillo y Luis Oliver

AFORO: Completo

INCIDENCIAS: Estreno absoluto

LUGAR: Sala B, CAEM, Salamanca, 18 de noviembre de 2009, 22:00.



Después de un sinfín de espectáculos poéticos, lecturas afectadas, encuentros en la tercera fase poética, ultra-post-mega recitales, performances poéticas-artísticas que era incapaz de entender; después de haberme relacionado y escuchado a poetas-personajes trasnochados, bohemios finiseculares mediocres, fashion-cool iluminados que explicaban UN poema durante quince minutos, que me perseguían para explicarme su incomprensible poética (para mí), que me hacían coger manía a Borges y a Cortázar de tanto citarlos, que me lanzaban al consumo desesperado de cerveza con limón y me brindaban la oportunidad de practicar el viaje astral… después de todo eso, me uno a la Marieta, a Oli y a Carmen Castrillo y, con ellos, mando al carajo la poesía. Así, tan visceral y apasionadamente, pero con mucha cabeza.



Simple: dos actores, diez escenas, dos atriles, unas mesas, unas sillas, un casi inabarcable abanico de citas poéticas en español. Y ya está. Lo mezclamos todo, le añadimos sentido común, trabajo, solidez, mimo, delicadeza y amor a la literatura y, sobre todo, conocimiento de qué es eso de teatro y qué es la poesía, y tenemos un espectáculo teatral sobre poesía de los pies a la cabeza, divertido, lúdico, didáctico, que apela a la inteligencia del espectador, a su cultura popular y a la menos popular. Todo muy pensado y cuidado, bien utilizado, con mucho sentido estético: la escenografía, el cromatismo, el uso del espacio escénico. Con unos ajustes en la parte final para completar de hilvanar el hilo propuesto al comienzo y perfilar algunas escenas de la última parte, estará más que estupendo.



Qué maravilla –y qué tranquilidad– oír recitar a los actores. No sé si habrán acudido a alguna escuela de declamación o a algún maestro sesudo, o si, simplemente, habrán dicho el verso como debe decirse: diciéndolo. Admiro el brillante trabajo de ambos, la versatilidad para hacer reír cuando procede, para crear un nudo en el estómago cuando quieren, para bailar y cantar tango. Me encanta la composición de personajes, el dominio de la voz y del ritmo escénico que tienen, especialmente ella. Y me encanta la propuesta de jugar con la poesía, de ensamblar miles de citas y darles una forma escénica más que solvente, de descontextualizarlas de su sentido habitual. Y me encanta que citen a Sabina y a Gardel.



Una apuesta arriesgada, felizmente resuelta. Que quiero repetir, oye, a ver si me desintoxico un poco de tanta culturilla.

DÍAS DE VINO Y ROSAS



INMENSIDAD Y TORBELLINO

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DÍAS DE VINO Y ROSAS
AUTOR: J. P. Miller’s
VERSIÓN (inglés): Owen Mcafferty
VERSIÓN (castellano) David Serrano
DIRECCIÓN: Tamzin Townsend
SELECCIÓN MUSICAL: Tamzin Townsend, Fran Arráez, Miguel A. Tudanca
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Rafael Garrigós
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Felipe Ramos
PRODUCCIÓN: Notro Stage/Traspasos Kultur/Teatro Lara/ Zoa Producciones
INTÉRPRETES: Silvia Abascal, Carmelo Gómez
AFORO: Completo.
DURACIÓN: 1 h 50 min.
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca. 21 de noviembre de 2009, 21:00

Pone fin la semana de los eventos una cita con Carmelo Gómez y Silvia Abascal, con Días de vino y rosas. Y la culmina satisfactoriamente. Ojo, como la mayoría de los que llenamos el Liceo aquel sábado post-sabina, yo iba a verlos a ellos porque de la obra no tenía ni idea. Y no defraudaron: ni ellos, ni la dirección, ni la adaptación cinematográfica, ni el gran acierto con la selección musical, ni el adecuado diseño de iluminación –a pesar de los fallos del directo, escenografía y vestuario.
De ellos, de los actores, puedo decir que estuvieron muy sorprendentes al comienzo porque cogieron por los cuernos el toro que se les venía encima y eso hizo que el paso de las rosas de la comedia romántica al vino del drama alcohólico-familiar fuera natural, que ya es difícil. Él estaba como es él, inmenso, como un león; ella un torbellino emocional que clavaba la inestabilidad de su personaje. Me gustan ambos y su energía, había química y buena comunicación escénica entre ellos, aunque él tiene capacidad de sobra para papeles más complejos: ojalá se lanzara a por ellos. A las tablas no les vendría mal que estos dos se paseasen más a menudo por ellas.
De ella, de Tamzin Townsend, puedo decir que este montaje es otra demostración de que es poseedora del don de la ubicuidad teatral y de que es capaz de facturar producciones exitosas (ahí están dos “reza”: El método Grönholm y Un dios salvaje) de teatro comercial con dignidad y calidad.
Un despiste tuvo la adaptación –o su directora, o el público… bueno, hubo un despiste– con los monólogos finales de los actores. Los espectadores interpretaron que, en primer término, monólogo seguido de oscuro suponía final de obra, por lo que el público aplaudió como si fuera terminara, pero todavía quedaban unos cinco minutos y un cambio de escenario. Pero esto es lo de menos, lo de más es que fue agradable y un trabajo muy bien ejecutado que se comunicaba con el público.

30/11/09

BODAS DE SANGRE


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ESENCIAS




BODAS DE SANGRE

AUTOR: Federico García Lorca
DIRECCIÓN: José Carlos Plaza
INTÉRPRETES: Carlos Álvarez-Nóvoa, Israel Frías, Carmen León, Noemí Martínez, Paca Ojea, Luis Rallo, Olga Rodríguez, Consuelo Trujillo, Diana Wrana
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Paco Leal, José Carlos Plaza
DISEÑO DE VESTUARIO: Pedro Moreno
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Paco Leal
MÚSICA ORIGINAL y DIRECCIÓN MUSICAL: Mariano Díaz
COREOGRAFÍA: Cristina Hoyos
PRODUCCIÓN: CAT, CDN
AFORO: Tres cuartas partes
DURACIÓN: 1h 50 min, sin descanso
LUGAR: Teatro María Guerrero, Madrid, 19 de noviembre de 2009, 20:30.

A poco que se lea a Lorca, se sabe que proyecta su yo personal (frustraciones, miedos, angustias, deseos…) en su obra literaria y que todo aquello sobre lo que teorizó fue porque le inquietaba como escritor. Así, se puede decir que si Lorca escribía sobre Góngora es porque quería ser como Góngora y que si escribió una conferencia como “Teoría y juego del duende” -en la que establecía paralelismos entre la cultura andaluza y la clásica griega- no fue solo porque le interesara hacer comprensible qué es eso del duende y diferenciarlo de la musa y el ángel; ni porque quisiera solo ensalzar las artes del toreo y el flamenco, como espacios donde el duende se manifiesta más habitualmente. Fue porque para él la teoría es un campo de pruebas para su literatura. Y que Yerma, Romancero Gitano, Poema del cante jondo, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Bodas de sangre… no vienen de la nada.
Perdón por el comienzo academicista y pedante pero me parece fundamental regresar a la esencia de la obra para entender esta crítica. Lorca, en su dualidad de tradición-vanguardia, creía firmemente que había conexiones entre el pueblo andaluz y el griego como fuerzas colectivas con voz propia que actúan como un actante justiciero sobre el individuo. Ese vínculo fue lo que hizo creer a Lorca que era posible rescatar el género trágico y crear una tragedia de las de verdad con su coro, su luna, sus símbolos premonitorios, sus fuerzas incontrolables, sus muertes avisadas desde la primera escena pero que no las vea el espectador… vamos, lo que es una tragedia pero en Andalucía, con su tierra, su duende, su pena honda, sus nanas, sus caballos garañones, su ruralismo, su calor asfixiante, sus bailes y cantos flamencos… vamos, su esencia andaluza. Y esta obra rezuma andalucismo jondo por los cuatro costados.
Ahora, obviar esa esencia de la obra para su puesta en escena no sé si es un error o no. Sí, sé que es un planteamiento arriesgado el centrarse en el aspecto trágico que puede convertirse en un éxito, fracaso o en un montaje frustrado e indiferente.
Este montaje de Plaza quería potenciar la esencia trágica de la obra, de ahí el cromatismo de la puesta en escena y la ausencia de atrezzo, y expresó externamente el andalucismo al mantener el acento de los actores, oriundos de esta región. Tuvo destellos brillantes con los bailes y cantos de la boda y la creación de ese ambiente, pero eso se lo debemos agradecer a la coreógrafa, Cristina Hoyos, quien protagonizó el mejor montaje hecho hasta ahora de Bodas de sangre: la coreografía creada por Antonio Gades.
Como consecuencia de este planteamiento, el coro de leñadores aparecía como símbolo funesto en la primera escena, aunque costaba entenderlo; había movimientos forzados, imposturas, ausencia de entrañas e impulsos, falta de hondura. La intensidad interpretativa y la presencia escénica de Consuelo Trujillo como Madre y de Paca Ojea como Mendiga deslucían, respectivamente, por la falta de acompañamiento de los otros protagonistas y por el despiste creado con el baile aéreo de la Luna, que era muy bonito con su canción en off cantada por Ana Belén, pero para un espectáculo de inauguración de capitalidad cultural o de Festival de las Artes.
Ya no sé si a la propuesta escénica, a la dirección de actores o a la calidad de los mismos se debe la descompensación y la falta de comunicación entre los actantes del conflicto. Leonardo, iracundo, descontrolado de fuerza; Novia, pusilánime, externa. No saltaron chispas más que en la escena de la discusión, luego no se vio ni deseo, ni miradas, ni las oscuras fuerzas internas descontroladas de las que ella habla en su parlamento final.
Una lástima.

29/11/09

EXITUS


SALIDA MORTAL



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EXITUS
AUTORÍA, DIRECCIÓN E INTERPRETACIÓN: Diego Lorca, Pako Merino
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Jordi Soler I Prim
DISEÑO DE VESTUARIO: Pedro Moreno
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Miguel Muñoz
DISEÑO DE SONIDO: Jonathan Bernabeu
VESTUARIO: Mireia Roy
PRODUCCIÓN: Titzina Teatre
AFORO: Mitad
DURACIÓN: 1h 15 min, sin descanso
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca, 28 de noviembre de 2009, 21:00.

Una acude al teatro demasiadas veces por un texto conocido, un actor de renombre, un director reputado… y, de repente, cuando menos se lo espera, va al teatro no sé sabe bien porqué extraña motivación, sin referencias de ningún tipo, y se da de bruces con un espectáculo sorprendente, de esos que dan envidia, de esos que a una le gustaría dirigir o interpretar.
Desde luego, Pako Merino y Diego Lorca me han dejado un sabor extraño y sabroso, una mezcla de envidia, disfrute y admiración, de motivación para crear, de ánimo para no permitirme aburguesar teatralmente al elegir espectáculos. El sabor también ha sido duro, delicado, difícil aunque con apariencia de digestión suave. Ese es uno de los grandes aciertos del montaje: el haber tratado un tema no habitual en los escenarios como es el de la acción de morir desde la cercanía humana y la distancia teatral, sin caer en la sensiblería llorona.
Ese pudor de trato, esa huida del sentimentalismo y emoción fácil en los momentos dramáticos quizá vengan de su formación de la escuela de Lecoq. La precisión milimétrica en movimientos y cambios de escena, la composición esencialmente física de personajes, los rapidísimos cambios de personaje en tan solo un segundo (o quizá menos), el control de energía y ritmo de obra, la escucha del público y su manejo también huelen a Lecoq, pero gracias a los dioses teatrales que su formación de escuela –¡y en esa rigurosa escuela!- no les ha encorsetado ni les ha capado la imaginación, como a veces pasa.
Descomposición caleidoscópica de la historia en escenas que debe ser reconstruida por el espectador, un magnífico puzzle que cobra tan duro sentido al final de la función; seriedad al tratar un tema como el de la muerte introduciendo, dosificada y acertadamente, destellos de humor; uso eficaz e imaginativo de la escenografía y el atrezzo, con unos paneles que se convertían en el tercer actante del montaje; escena final redonda y antológica sin exhibiciones ególatras de la capacidad interpretativa de los actores… Admirable. Eran precisos hasta para saludar.

FEDRA


CASI


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FEDRA
VERSIÓN: Juan Mayorga
DIRECCIÓN: José Carlos Plaza
INTÉRPRETES: Ana Belén, Alicia Hermida, Fran Perea, Chema Muñoz, Javier Ruiz de Alegría, Víctor Elías
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Francisco Leal, José Carlos Plaza
DISEÑO DE VESTUARIO: Pedro Moreno
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Francisco Leal/Óscar Sáinz
MÚSICA ORIGINAL: Mariano Díaz
MAESTRO DE ARMAS: Nacho Fernández Martínez
PRODUCCIÓN Y DISTRIBUCIÓN: Pentación Espectáculos
AFORO: Tres cuartas partes
DURACIÓN: 2h sin descanso
LUGAR: CAEM, Salamanca, 12 de noviembre de 2009, 20:00.

Casi no llego. Eso de que te cambien el espacio habitual de teatro y a una hora nada normal en esta época del año te descentra. Vamos, que si no es porque casualmente lo comenté con una amiga que iba el mismo día, aparezco a las nueve a ver Fedra, en el Liceo, entre las famosas columnas. Pero no, quizá porque estaban Ana Belén y Fran Perea, la Fundación decidió cambiar el espectáculo a las 20:00 en ese frío mastodonte del CAEM y su peculiar acústica. Así que allá fui, expectante porque iba a ver una tragedia desconocida para mí, porque nunca había visto en teatro a Ana Belén y Fran Perea, porque dirigía José Carlos Plaza, porque la versión era de Juan Mayorga, porque tenía curiosidad personal por Chema Muñoz y Javier Ruiz de Alegría y porque quería comprobar si Alicia Hermida saludaba al público siempre con la misma entrega, o lo que yo vi en aquella Doña Rosita la soltera dirigida por Narros fue algo excepcional. Esto, en teoría de la recepción es lo que se denomina como “horizonte de expectativas”, que diría los estudiosos del asunto. Si una va con las expectativas bajas, la obra puede sorprender o parecer indiferente; si una va con las expectativas altas, estas pueden verse satisfechas o frustradas.
Yo en esto de las expectativas me he quedado en una especie de gruñido acompañado de un gesto que se podría interpreta algo así como un “casi pero no del todo”.
Mayorga es uno de los que no suelen defraudar, excepto en algunos finales de sus obras. En esta ocasión no tengo claro cuál versión (o versiones) ha manejado para la adaptación, pero lo ha hecho bien. Esperemos que mantenga la calidad de sus obras en años próximos y que tarde mucho en pasar su momento.
He de decir que la puesta en escena me gustó bastante. En especial la estética, el uso simbólico de colores y su correspondencia entre escenografía y vestuario; pero también el uso del espacio escénico, la buena colocación de los efectos visuales y sonoros, que ayudaban a crear ambiente y estaban al servicio de la obra, no al revés. Todo bastante bien cohesionado.
También he de decir que me convenció el grupo de actores y la calidad interpretativa. Ana Belén no puede estar en mejor momento para ese papel, muy entregada ella y desencajada en el saludo; me sorprendió gratamente Javier Ruiz de Alegría; Chema Muñoz me pareció compacto; Alicia Hermida sigue perturbándome con su manera de saludar y sus tablas, aunque la he visto lidiar en mejores plazas y con mejores faenas; Fran Perea está bien y con posibilidades futuras para el teatro. Sin embargo, a pesar de esto, algunos movimientos, algunos tonos de voz me parecieron falseados, impostados y, en líneas generales, el montaje no me termina de convencer… Entonces, ¿seré yo que no estoy acostumbrada al tempo de la tragedia? ¿Será el montaje el que falla en su propuesta inicial? El público aplaudió a rabiar, incluso algunos se levantaron… Bueno, también hay que decir que actuaba Ana Belén…

12/11/09

La casa de Bernarda Alba




“LA…”






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LA CASA DE BERNARDA ALBA

AUTOR: Federico García Lorca
DIRECCIÓN: Lluís Pascual
INTÉRPRETES: Nuria Espert, Teresa Lozano, Rosa Vila, Marta Marco, Nora Navas, Rebeca Valls, Almudena Lomba, Rosa María Sardá, Tilda Espulga, Marta Martorell, Montse Morillo, Bàrbara Mestanza
ESCENOGRAFÍA: Paco Azorín
DISEÑO DE SONIDO: Roc Mateu
MÚSICA: Joseph M. Arrizabalaga
ILUMINACIÓN: María Domènech
VESTUARIO: Isidre Punés
AFORO: Completo
DURACIÓN: 1h 40 min. sin descanso
LUGAR: Naves del Español, Matadero de Madrid, Madrid, 21 de octubre de 2009, 20:30.



Siempre me ha llamado la atención que se utilice el apellido para referirse a un hombre. Y más todavía que se utilice el artículo delante del nombre o del apellido para una mujer. Quizá les pueda servir a los sociolingüistas el dato de que en teatro se suele utilizar el artículo delante del apellido de una actriz con una personalidad llamativa e interpretaciones que quedarán para el recuerdo. La Xirgu, la Bardem, la Portillo están ya ahí. Sin duda alguna, Nuria Espert y Rosá María Sardá formaban parte de ese reducido grupo desde hace tiempo, pero lo que está claro es que las interpretaciones de Bernarda y Poncia en este montaje tendrán un hueco especial en la laudatio de sus cualidades interpretativas y una mención aparte cuando se recuerden sus grandes intervenciones.
Hemos visto una nueva dimensión de una Bernarda con destellos de ser humano, alejada de la visión de Bernarda como un personaje exclusivamente autoritario y represor. Con su edad y condiciones físicas, la Espert optó por imponer su autoridad a través de las miradas. El personaje de Poncia, interpretado por la Sardá, está llena de matices expresivos, mide los tiempos de la obra y no se sobrepasa ni un milímetro en los momentos que relaja la tensión con su vis cómica. Verlas a las dos, mano a mano, era una delicia.
Aparte de méritos propios, ambas deberán agradecérselo a su director, Lluís Pascual, que las ha dirigido con delicadeza, precisión y mesura. El montaje es un reflejo claro de una lectura interpretativa hecha con mucho sentido común, criterio teatral, coherencia, estética y solidez. Lluís Pascual no necesita hacer interpretaciones extravagantes ni surrealistas del texto porque sabe que todo está en él. Si Lorca asegura que es un documental, el director nos hace sentir voyeurs dentro de la casa con una nueva disposición escénica, con el público en dos de las cuatro paredes; si un personaje asegura que parece que el caballo garañón va a tirar las paredes, el público tiene la sensación de que el teatro se va a caer encima cuando cocea; si Adela pregunta a su madre el porqué del uso de “Santa Bárbara bendita…”, es porque hemos sentido previamente la cercanía de una tormenta que, además, se aprovecha para crear el ambiente de tensión a punto de estallar del tercer acto; si en la acotación marca doscientas mujeres, un grupo de treinta mujeres acude al velatorio y son aprovechadas para hacer de coro y cambiar escenario entre los actos; si en el texto María Josefa habla a un cordero, el personaje lleva uno en brazos que, para gozo del público, bala casi coordinado con la actriz.
¿Pegas? Claro, detalles nimios. Algunos movimientos falseados de algunas hijas, de Bernarda (que se perdona por su edad y por su gran interpretación), alguna interpretación que sentí como externa como la de Adela… Solo una pega y no es mía, me la dijeron: las mujeres del pueblo no cantan tan bien como estas.

29/10/09

Maná, maná


LOS HUEVOS Y EL HAMBRE

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MANÁ, MANÁ (EL REGRESO)
AUTOR: Los Ulen
DIRECCIÓN: Juan Carlos Sánchez/Los Ulen
INTÉRPRETES: Paco Tous, Maite Sandoval, Pepe Quero
ESCENOGRAFÍA: Antonio Estrada
ILUMINACIÓN: José M. Brenes
VESTUARIO: Virginia Serna
AFORO: Casi completo.
DURACIÓN: 1h 40 min. sin descanso (aprox)
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca. 18 de septiembre de 2009, 21:00.

No pasa siempre. Algunas veces sales del teatro queriendo darte rabiosamente al alcohol por lo mala que era la obra o por el trabajo defectuoso que has visto; otras, sales tan eufórica que te agarras a cualquier plan nocturno improvisado para proclamar a los cuatro vientos que la función de esa tarde ha sido fantástica. Gracias a San Ginés, San Lope, San William y a todos los integrantes del olimpo teatral por tener noches como esa. Y a los de la crisis, porque si no fuera por ellos Maná, Maná no se hubiera repuesto trece años después. Y a la compañía, porque están en este mundo desde hace más de veinte años haciendo pasar tan buen rato al público, mientras hablan de la injusticia social y la pobreza. Y a los Ulen, porque no necesitan adoctrinar y prefieren usar el humor blanco, la ironía, el sarcasmo, el absurdo, la escatología para que yo pueda rumiar a gusto en casa. Y a su director (directores), que sabe qué es eso del distanciamiento brechtiano, el esperpento, el clown y la picaresca y las pone en escena con coherencia, sin que se le vaya la mano como a otros. Y a los actores, por el dominio respetuoso del público y del ritmo escénico. Y a Paco Tous, por ese estupendo trabajo artesanal de interpretación. Y a Maite Sandoval, por esa vis cómica y esa demostración de matices expresivos. Y a Pepe Quero, por esa solidísima composición de personaje. Y a Lombri, Morci y Mosta, porque además de bufones, cantan fatal y nos mandaron a casa. Y a Maná, maná, por el huevo y su disolución de la economía mundial: “Si todo el mundo tuviera huevos, se acabaría el hambre en el mundo, ¿no?”

Arte


EL CUADRO DE MI AMIGO SERGIO


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ARTE
AUTOR: Yasmina Reza
DIRECCIÓN: Eduardo Recabarren
VERSIÓN: Fernando Masllorens y Federico González del Pino
INTÉRPRETES: Alex O’Dogherty, Iñaki Miramón, José Luis García-Pérez
ESCENOGRAFÍA: Ana Garay
PRODUCCIÓN: Carlos J. Larrañaga y Marisa Pino
AFORO: Casi completo.
DURACIÓN: 1h 40 min. sin descanso
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca. 4 de septiembre de 2009, 21:00.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”, “Hipógrifo violento…”, “En un lugar de…”, “Cuán gritan esos malditos…”, “Mi amigo Sergio se ha comprado un cuadro”… Hay obras que se reconocen nada más escuchar su comienzo, como si en la primera frase se creara un clima mágico, de comunión con el lector o espectador que conoce la obra y sonríe expectante, inquieto al escuchar o leer su primera frase. Algunos, además, son auténticas declaraciones de intenciones literarias o muestran el desencadenante de los conflictos de la pieza. Sin duda alguna, la relación de amistad (y su deterioro) entre tres hombres acomodados y la concepción mercantilista del arte son los conflictos básicos que se presentan en la primera línea de la obra y sobre los que gira la exitosa y mil veces repuesta pieza de Yasmina Reza, Arte (1994).
Otro fenómeno que ocurre con las obras de teatro por todos conocidas ya sean “clásicos clásicos” o “clásicos (post)modernos” –que dirían los intelectuales– es que uno corre sus riesgos al montarla, sobre todo, si estamos hablando de teatro universitario, aficionado o algunos grupos de trabajo profesional. Eso lo he visto con Don Juan Tenorio, El método Grönholm, La casa de Bernarda Alba y unas cuantas más. El resultado varía según los casos: unas veces el texto te asfixia y le pesa al público, otras el texto se convierte en una sólida piedra sobre la que apoyarse. Arte parece ser de los segundos, un texto fresco que funciona escénicamente y que alegra siempre el oído del espectador. Es una gozada. Otra cosa es que el montaje, ya sea por responsabilidad del director, de los actores o de la premura de la producción, haya sabido aprovechar todos los matices y posibilidades del texto. Creo que esto es lo que le pasa a este montaje: que está muy bien, que te ríes, que disfrutas, pero que notas que hay algo que no funciona, que podían haber llegado mucho más lejos, que se han quedado a las puertas de algo que tiene posibilidades de ser genial pero que dista de serlo. Y el ejemplo más claro es lo sucedido con el famoso monólogo de Iván: Yasmina Reza insertó ese monólogo en la obra porque se dio cuenta de que el personaje de Iván era el que menos texto tenía y, curiosamente, ha sido la parte de la pieza que más se ha aplaudido, un texto con un ritmo vertiginoso y envolvente, magnífico, con un mutis al final para que el actor respire y para que el público aplauda, de esos de los de siempre. Sin embargo, en esta puesta en escena, después de que el actor Alex O’Dogherty interpretara más que dignamente su monólogo, el público, que parecía que sí respondía, no se lanzó al aplauso.

El caballero de Olmedo


PUES ESTÁ BIEN



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EL CABALLERO DE OLMEDO
AUTOR: Lope de Vega
COMPAÑÍA: Teatro Corsario
DIRECCIÓN: Fernando Urdiales
INTÉRPRETES: Borja Zamorano, Rosa Manzano, Luis Miguel García, Verónica Ronda, Patricia del Amo, Rubén Pérez Delgado, Borja Gutiérrez-Semprún, Julio Lázaro, Jesús Peña.
ESCENOGRAFÍA: Fernando Urdiales, Eugenia Navajo
ILUMINACIÓN: Javier Martín del Río
MOVIMIENTO Y COREOGRAFÍAS: Javier Juárez
INCIDENCIAS: Patio del Colegio Fonseca, aire libre. Aforo casi completo. 1h 40 m
LUGAR: Noches del Fonseca, Salamanca. 28 de julio de 2009, 23:00.
Teatro Corsario (o, lo que es lo mismo, Fernando Urdiales) es una compañía de repertorio vallisoletana de cierto prestigio nacional gracias a más de veinte años de trabajo, a montajes de teatro clásico bien elaborados. Su labor se está recompensando últimamente con varios premios importantes entre los que destaca el Max Revelación en 2007. En Castilla y León, además, es conocida por ser una de las niñas bonitas de la Junta, la hija predilecta del teatro clásico, muy merecidamente, dicho sea de paso. Este montaje es, sin duda, un ejemplo más de su trabajo más que digno, su esfuerzo y conocimiento del siglo de oro español.
La pieza comienza y termina con la deliciosa voz de Verónica Ronda (Inés) que entona el romance que dio origen a la obra. Sin duda, la música es uno de los grandes aciertos de este montaje, en el que se potencian los aspectos folklóricos del texto de Lope de Vega. Por un lado la austeridad castellana en la puesta en escena, los trajes y diseño de iluminación; por otro, la guitarra y la caja en directo, la escenografía emulando un coso taurino. Pero, por desgracia, no todos son aciertos en esta propuesta con toques cañí ya que el baile torero que da paso al tercer acto desluce bastante la propuesta así como la extraña construcción del personaje del Rey, incomprensible e innecesaria.
El amor, la muerte y el destino son los tres pilares en los que se basa Urdiales para su propuesta de El caballero de Olmedo, más tendente a la tragedia que a la comedia. Más tragedia por su ritmo, por la creación de ese clímax de fátum producido gracias a la circularidad de su escenografía taurina (tragedia catártica por excelencia), al romance cantado al comienzo y al final como oráculo revelado al espectador, y por Fabia, que ejerce de medianera entre personajes y entre escena y espectador, relatando lo que inevitablemente va a suceder a continuación. Menos comedia, aunque agradecido el espectador cuando aparecía por su luz y por el relajo, por el acertadísimo tratamiento humorístico de los personajes de Tello y Fabia (buen reflejo de otra celestina teatral).
Sí, es curioso, pero no es la primera vez que voy al teatro a ver una obra clásica y me encuentro con que los actores secundarios sobresalen muy por encima de los protagonistas: Rosa Manzano y Luis Miguel García están estupendos en sus papeles de alcahueta (Fabia) y criado (Tello). Sin embargo, los protagonistas Verónica Ronda (Inés) y Borja Zamorano (Don Alonso) se lucen bastante menos en sus interpretaciones que los anteriores. Inés correcta. Alonso soso. Claro, una, desde su mundo literario, se ha creado ya unas expectativas en torno al personaje del caballero de Olmedo y cuando lo ve tan “desaborío”, pues le decepciona.
El momento estéticamente más potente del espectáculo, sin duda, tiene lugar en la escena del pinar, cuando unas escobas repartidas por el escenario emulaban árboles y una tenue iluminación azul-blanco creaba una terrible y bellísima atmósfera de muerte.
Pues sí, ha estado bien.

El sueño de una noche de verano


SUEÑO DE MONTAJE



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EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
AUTOR: William Shakespeare
COMPAÑÍA: UR Teatro www.urteatro.com
DIRECCIÓN Y VERSIÓN: Helena Pimenta
INTÉRPRETES: José Tomé, Montse Díez, Celia Pérez, Jorge Muñoz, Jorge Lasanta, Ione Irazábal
ESCENOGRAFÍA: José Tomé
INCIDENCIAS: Patio del Colegio Fonseca, aire libre. Breve apagón de luces en el primer tercio de la representación. Aforo completo.
LUGAR: Noches del Fonseca, Salamanca. 24 de julio de 2009, 23:00.
En la cultura medieval se creía que el tres era un número que simboliza el movimiento continuo y la perfección. Tres niveles de acción plantea Shakespeare en esta comedia: los jóvenes atenienses, los cómicos, los habitantes del bosque. Tres formas de expresión escénica para cada nivel: teatro, clown, danza. Amor/desamor, humor, magia. Cada uno de los seis actores (otro número con implicaciones mágicas) interpreta tres papeles. Cada una de las tres actrices se identifica por un color primario: rojo, amarillo y azul. Tres paneles dobles conforman la escenografía. Y como el número tres, este montaje simboliza el movimiento continuo y la perfección: nunca había visto un Sueño tan bueno como este, no hay mejor versión española del Sueño.
UR Teatro repone este espectáculo por segunda vez (la primera en 1998) después de su primer estreno en 1993, premio Nacional de Teatro, y demuestra que su versión de hace 16 años está tan viva y fresca como entonces. El Sueño de una noche de verano supuso para la compañía la confirmación de un estilo inconfundible de hacer teatro: rítmico, ágil, comunicativo, limpio de movimientos, egos actorales menguados para potenciar el trabajo en grupo, con gran capacidad de evocación y cuya una de sus máximas es “menos es más”.
Helena Pimenta dirige con contundencia, conoce la esencia teatral y del teatro de Shakespeare, poda el texto, lo transforma, lo actualiza con un criterio muy claro y convincente. El montaje conjuga perfectamente los vibrantes momentos de poesía escénica, de plasticidad, con el choteo de los cómicos y su Píramo y Tisbe para lo que se vale de un diseño escenográfico (José Tomé) que es una gozada: la escenografía, el vestuario, el uso del espacio y la música caminan juntos para formar un todo con gran personalidad que parece que se distancia en ocasiones del texto original (¡pobres puristas!), lo traiciona para darse la vuelta y descubrir lo que de buen teatro tiene y lo cercano que está a la esencia shakesperiana.