HAMLET: su cara y su cruz
AUTOR: William Shakespeare
DIRECCIÓN: Will Keen
TRADUCCIÓN, VERSIÓN Y CO-DIRECCIÓN: Mª Fernanda Ache
ESCENOGRAFÍA: Paco Azorín
VESTUARIO: Ikerne Giménez
ILUMINACIÓN: Valentín Álvarez
SONIDO: Mariano García
MOVIMIENTO ESCÉNICO: Antonio Gil
LUCHA ESCÉNICA: Jesús Esperanza
PRODUCCIÓN: Teatro Español
REPARTO: Pedro Casablanc, Antonio Gil, Javivi Gil Valle, Pablo Messiez, Pau Roca, Secun de la Rosa, Alberto San Juan, Yolanda Vázquez, Ana Villa
DATOS DE LA FUNCIÓN: Naves del Matadero (Madrid), 26 de junio de 2012. 3 h, con intermedio.
Partamos de mi relación masoquista con Hamlet: me cae gordo porque es un pesado que tarda tres horas en decidirse y no hace más que darle vueltas al asunto. Sin embargo, paradójicamente, no dejo de ver Hamlets: Lluís Homar, Ginés García Millán, Alberto San Juan… Y este Hamlet es capaz de lo mejor y de lo peor.
Para terminar con regusto positivo, empezaré primero con la cruz. Y qué cruz. Es numéricamente inferior a la positiva pero parece que pesa más que esta. En general, la interpretativa: Yolanda Vázquez con una interpretación culturalmente lejana a nuestro panorama nacional, Secun de la Rosa todavía –para mí– muy personaje de Aída, Pau Roca difuso, Ana Villa muy poco Ofelia… ¿Y el prota? Pues Alberto San Juan –del que, irónicamente, soy fan declarada– muy muy alto desde el comienzo, demasiado intenso para mí, poco matizado y no hubiera sido capaz de llegar a los miles de estados de ánimo, pensamientos y razonamientos del protagonista por excelencia si no fuera porque conocía la obra y sabía qué era lo que estaba pasando.
En la transición hacia lo maravilloso de este montaje se encuentran Pablo Messiez y Pedro Casablanc. El segundo es uno que destaca por una insólita regularidad en la calidad de sus interpretaciones, bien sea en teatro o serie de TV, un actor muy técnico; y esa regularidad es siempre discreta y más que notable, pero le falta el punto de emoción que le llevaría a un escalón más en la escalera de la excelencia. Por su parte, Messiez sigue siendo un misterio para mí pues percibo en él una gran calidad y sensibilidad como actor pero, por desgracia, no se demuestra en este Horacio, al que se ha convertido en un personaje bastante sosi. Habrá más oportunidades.
Es curioso todo lo que he comentado hasta ahora porque choca bastante con algunas brillantes resoluciones escénicas: pienso en la escena del dormitorio de Gertrudris, el duelo Hamlet-Laertes, la escena del enterrador, la rueda de prensa del comienzo, el juego espacial de la primera escena entre Hamlet y Ofelia... Y es que tanto la lectura que han hecho Will Keen y Mª Fernanda Ache del texto es interesantísima y me place notablemente; como el reflejo que esta ha tenido en la espectacular e increíble escenografía y el uso del espacio escénico, que daban vida y dejaban respirar el texto que era una maravilla.
(Llegado a este punto me parece lícito recordar que esto se produce porque el espacio teatral –las Naves del Matadero– no es un teatro a la italiana, y para la escena del siglo XXI, este tipo de espacios dan para mucho juego).
Desde luego, si hay alguien que destaca de este montaje, esos son Antonio Gil y Javivi. Estos sí que dan la cara. El primero, espectacular con sus seis personajes, de los cuales destaca la escena del enterrador. El segundo estaba inmenso: qué exhibición de Javivi, qué de matices da a su Polonio, cómo convencía, qué profundidad y convencimiento en esa interpretación y, lo que es más importante, qué buena la calidad humana que lograba transmitir con su personaje. Más personajes con peso para Javivi, por favor.
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