31/12/12

ÉGLOGA DE PLÁCIDA Y VITORIANO


  CLASICORROS PRE-CLÁSICOS (segunda entrega)






AUTOR: Juan del Enzina
DIRECCIÓN y VERSIÓN: Catalina García García-Herreros
ARQUITECTURA ESCÉNICA: Catalina García García-Herreros
ILUMINACIÓN, ESPACIO SONORO: Catalina García García-Herreros
MOVIMIENTO ESCÉNICO: Catalina García García-Herreros
MÚSICA: Suso González
ESCENOGRAFÍA, UTILERÍA Y VESTUARIO: Teatro Lunático
PRODUCCIÓN: Teatro Lunático y Electra Teatro Universitario.
REPARTO: Pablo Coca, Julia Falero, Catalina García, Elizabeth Jeffrey, Roy Páramo, Erika Rodríguez, Miguel Tomé, Laura Oliete Juan Córdoba, Cristina del Castillo
DATOS DE LA FUNCIÓN: Biblioteca Torrente Ballester (Salamanca), 7 de junio de 2012


El esfuerzo de que un grupo de actores no profesionales lleven a buen puerto un texto del siglo XVI es casi hercúleo. No todo el mundo se atreve y, ojo, no todo el mundo tiene la ambición como la del grupo universitario Teatro Lunático, el cual, desde sus inicios, apuesta siempre por propuestas arriesgadas bien sea mediante la producción de textos propios o, como en este caso, con la puesta en escena de “autores difíciles”: no pretenden, por lo tanto, la risa fácil sino que buscan vivir la experiencia del teatro y su belleza, aunque en ocasiones, la intención sea tan excesiva que convierta el montaje en demasiado intenso.
Además de  motivaciones y retos artísticos, la propuesta de Égloga de Plácida y Vitoriano parte de una doble celebración bella y casual: los quinientos años de la obra y la reinaguración del teatro salmantino que lleva el nombre de su autor: el Juan del Enzina.
            Decía que el coraje era fuerte. La realización interpretativa, su trabajo: impresionante. Los actores, todos ellos aficionados, no solo decían bien el texto sino que lo respiraban como ya les gustaría a unas cuantas compañías. Cuando den el pasito de jugar con el texto, perderle un poquito el respeto y dotarlo con un abanico de intenciones que están ahí, habrán logrado superarse y dar un pasito más que les distinga de otros grupos.
            Hay momentos de gran belleza y delicadeza, una estética muy pensada, sobre todo con la escenografía, aunque a veces, tanto barroquismo podría asfixiar al propio montaje o despistar al espectador, que en general pensó que la escena “homenaje” a Romeo y Julieta era el final porque así parecía planteado, cuando no era así. Supongo que esto se solucionará cuando modulen los tempos de la obra, tomen la mesura como bandera e introduzcan más pluralidad de visiones. 

FARSAS Y ÉGLOGAS


CLASICORROS PRE-CLÁSICOS (primera entrega)





AUTOR: Lucas Fernández
DIRECCIÓN y DRAMATURGIA: Ana Zamora
ARREGLOS Y DIRECCIÓN MUSICAL: Alicia Lázaro
COREOGRAFÍA: Javier García Ávila
ASESOR DE VERSO: Vicente Fuentes
ESCENOGRAFÍA: David Faraco
VESTUARIO: Deborah Macías
ILUMINACIÓN: Miguel A. Camacho, Pedro Yagüe
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Juan Carlos Sanz
PRODUCCIÓN: Nao D’Amores y CNTC.
REPARTO: Sergio Adillo, Eva Jornet, José Vicente Ramos, Elena Rayos, María Alejandra Saturno, Juan Pedro Schwartz, Alejandro Sigüenza, Isabel Zamora.
DATOS DE LA FUNCIÓN: Teatro Juan del  Enzina (Salamanca), 9 de marzo de 2012. 1h 15 min.






Farsas y églogas es un soplo de aire fresco. Estarán conmigo que un texto prelopesco del XVI es poco atractivo de por sí. Pues bien, Ana Zamora y su troupe consiguieron que el auditorio del Teatro Juan del Enzina entendiera sin problemas el montaje (esas carcajadas, esos aplausos). El logro es doble si les digo que los actores no hablaban con los sonidos del castellano actual, sino los del XVI.  Y además, el concienzudo y meticuloso trabajo estaba presentado con suma delicadeza: su plástica, su lenguaje escénico, su música plenamente integrada en el espectáculo, esa maravilla que es el retablo final… hasta consiguieron que unos pastorcicos con cencerros devolvieran al público –en su mayoría “de provincias”– a nuestra infancia, gracias a esas evocaciones tan fantásticas del folkore (jotas, bailes, canciones, palos, cencerros…).
A eso únanle una grandísima labor coral interpretativa para hacer no solo comprensible ¡sino para hacer reír! mediante tonos de voz y lenguaje corporal lo que, a priori, sería casi imposible de entender. De ellos quiero destacar la intensidad de Sergio Adillo y la alegría contagiosa y capacidad comunicativa de Elena Rayos.
Una vez, Nao D’Amores vuelve a demostrar su amor por la literatura, jolgorio mediante un proceso de reconstrucción escénica impecable.
Imperdible si estás dispuesto a arriesgar y a dejar que te seduzcan.




NOCHE DE REYES








AUTOR: William Shakespeare
DIRECCIÓN: Eduardo Vasco
VERSIÓN: Yolanda Pallín
ESCENOGRAFÍA: Carolina González
VESTUARIO: Lorenzo Caprile
ILUMINACIÓN: Miguel Ángel Camacho
MÚSICA: Ángel Galán y Eduardo Vasco
PRODUCCIÓN: Noviembre Compañía de Teatro y Teatro Calderón de Valladolid.
REPARTO: Arturo Querejeta, Daniel Albadalejo, Jesús Calvo, Francesco Carril, Beatriz Argüello, Fernando Sendino, Maya Reyes, José Ramón Iglesias, Rebeca Hernando, Héctor Carballo, Ángel Galán (pianista)
DATOS DE LA FUNCIÓN: Teatro de la Abadía (Madrid), 1 de noviembre de 2012. 1 h 45 min





Eduardo Vasco se despidió por la puerta grande como director de la CNTC con Lope, comedia y los celos del fantástico El perro del hortelano dejando una estela de magnífica labor tanto como creador como gestor público. Tras esta vital etapa como creador regresa a su compañía, Noviembre Teatro y a sus orígenes, con otra comedia para hacer la difícil transición. De Shakespare, of course.
     Noche de reyes no es una de las comedias más conocidas de Shakespeare, aunque se volvió más  visible cuando en la película Shakespeare in love se refieren a ella y la muestran como inspiradora del personaje de Viola: una chica que, enamorada del teatro, se hace pasar por actor que interpreta a Romeo. Aquí es una mujer que interpreta el papel de Viola, que se hace pasar por un hombre, bien encarnado por Beatriz Argüello. De igual manera le pasa a su partenaire de escena, Daniel Albadalejo, quien siempre da el do de pecho (Idea: burlador -ya lo dije en su momento- o cualquier personaje con toque oscuro o malvado, porfa).
     La comedia plantea un juego de apariencias no solo durante el transcurso de su obra sino también en su planteamiento. El primero de todos, es que quienes mueven los hilos del enredo son los criados. Ahí tienes la seguridad de un actor de la calidad de Arturo Querejeta, de trayectoria curtida en mil batallas. Sin embargo, en conjunto, el grupo de los criados –presentados como primos lejanos de aquellos pretendientes de Diana en El perro del hortelano– me pareció excesivamente ruidoso y poco efectivo, con la sorprendente y muy agradable excepción de Héctor Carballo, con una transición fantástica y con un –ojalá– gran futuro como actor de comedia por delante.
     Otra trampa  es la de los espacios múltiples, un tanto aturullado todo con una escenografía más estética que funcional, aunque totalmente acorde con las propuestas estéticas que acompañan los montajes de Eduardo Vasco, de la que, como siempre y a mi placer, destaca el estilazo, lleno de finura y calidad, del vestuario de Lorenzo Caprile.
     Y me fui del teatro con la tranquilidad de que, aunque no es su mejor montaje, Eduardo Vasco es uno de los pocos directores fetiches que tengo que todavía no me ha defraudado.  

30/12/12

TEMPESTAD


TEMPESTAD, primer round








AUTOR: William Shakespeare
DIRECCIÓN, ADAPTACIÓN y ESCENOGRAFÍA: Sergio Peris-Mencheta
TRADUCCIÓN: Manual A. Conejero.
ILUMINACIÓN: Manuel Fuster
ESPACIO SONORO: Dudu Ruiz y Joe Alonso
MÚSICA ORIGINAL: Dudu Ruiz y Antonio Galeano.
TRABAJO DE CUERPO: Diana Bernedo
AYUDANTE DE DIRECCIÓN Y PERCUSIÓN: Pepe Lorente.
AUDIOVISUALES: Joe Alonso
PRODUCCIÓN: El Barco Pirata
REPARTO: Víctor Duplá, Quique Fernández, Antonio Galeano, Pepe Lorente, Xavier Murúa, Agustín Sasián, Eduardo Ruiz, Javier Tolosa
Vídeo
DATOS DE LA FUNCIÓN: Corrala Palacio del Caballero (Olmedo), 25 de julio. 2 h.






¿No os ha pasado que justo cuando estáis a punto, a punto, a punto de tener un orgasmo y un agente externo os estropea el momento (llamada, mensaje y mucho etc no nombrables aquí), el orgasmo se evapora dejándoos muy, muy calientes y con una sensación de frustración? Pues eso fue la representación de Tempestad: un orgasmo interrumpido por una tormenta que amenazaba desde el comienzo y que hizo acto de presencia cuando solo quedaba un cuarto de la función. Toma ironía dramática: una representación de la Tempestad de Shakespeare suspendida por una tormenta. Y además, una visita para nada bienvenida ni por los actores, que no pararon hasta que no se lo dijeron por megafonía; ni por los espectadores, que no buscamos refugio hasta que estábamos bien empapados. Y es que con esa comunión entre escena y espectadores no había ganas de parar: una atmósfera mágica muy propia de la obra se había creado.
Mi entusiasmo con esta obra radica en que la puesta en escena tiene una estilo con el que me siento muy identificada: un toque bandarra pero desde una seriedad en el trabajo, donde prima el juego teatral –no en vano es una propuesta metateatral– la imaginación, un trabajo actoral potente, en el que, además hay un apuesta encomiable sobre el aspecto físico y un tratamiento estético exquisito. Eso unido al juego metateatral se propone antes del comienzo de la función e implica lúdicamente al público quien percibe cómo los actores se lo están pasando chachi y él también se lo pasa, pues como que me enamoro un poquito.
Y como los orgasmos no hay que dejarlos a medias, repito en las Naves del Matadero en breve: espero que los efectos especiales no se les vayan de las manos esta vez y que pueda repaladear a placer el Calibán de Javier Tolosa, la múltiples posibilidades de la escalera, la arena y el cubo… en fin, el golferío descarado de la puesta en escena.

HAMLET



HAMLET: su cara y su cruz





AUTOR: William Shakespeare
DIRECCIÓN: Will Keen
TRADUCCIÓN, VERSIÓN Y CO-DIRECCIÓN: Mª Fernanda Ache
ESCENOGRAFÍA: Paco Azorín
VESTUARIO: Ikerne Giménez
ILUMINACIÓN: Valentín Álvarez
SONIDO: Mariano García
MOVIMIENTO ESCÉNICO: Antonio Gil
LUCHA ESCÉNICA: Jesús Esperanza
PRODUCCIÓN: Teatro Español
REPARTO: Pedro Casablanc, Antonio Gil, Javivi Gil Valle, Pablo Messiez, Pau Roca, Secun de la Rosa, Alberto San Juan, Yolanda Vázquez, Ana Villa
DATOS DE LA FUNCIÓN: Naves del Matadero (Madrid), 26 de junio de 2012. 3 h, con intermedio.
Partamos de mi relación masoquista con Hamlet: me cae gordo porque es un pesado que tarda tres horas en decidirse y no hace más que darle vueltas al asunto. Sin embargo, paradójicamente, no dejo de ver Hamlets: Lluís Homar, Ginés García Millán, Alberto San Juan… Y este Hamlet  es capaz de lo mejor y de lo peor.
Para terminar con regusto positivo, empezaré primero con la cruz. Y qué cruz. Es numéricamente inferior a la positiva pero parece que pesa más que esta. En general, la interpretativa: Yolanda Vázquez con una interpretación culturalmente lejana a nuestro panorama nacional, Secun de la Rosa todavía –para mí– muy personaje de Aída, Pau Roca difuso, Ana Villa muy poco Ofelia… ¿Y el prota? Pues Alberto San Juan –del que, irónicamente, soy fan declarada– muy muy alto desde el comienzo, demasiado intenso para mí, poco matizado y no hubiera sido capaz de llegar a los miles de estados de ánimo, pensamientos y razonamientos del protagonista por excelencia si no fuera porque conocía la obra y sabía qué era lo que estaba pasando.
En la transición hacia lo maravilloso de este montaje se encuentran Pablo Messiez y Pedro Casablanc. El segundo es uno que destaca por una insólita regularidad en la calidad de sus interpretaciones, bien sea en teatro o serie de TV, un actor muy técnico; y esa regularidad es siempre discreta y más que notable, pero le falta el punto de emoción que le llevaría a un escalón más en la escalera de la excelencia. Por su parte, Messiez sigue siendo un misterio para mí pues percibo en él una gran calidad y sensibilidad como actor pero, por desgracia, no se demuestra en este Horacio, al que se ha convertido en un personaje bastante sosi. Habrá más oportunidades.
Es curioso todo lo que he comentado hasta ahora porque choca bastante con algunas brillantes resoluciones escénicas: pienso en la escena del dormitorio de Gertrudris, el duelo Hamlet-Laertes, la escena del enterrador, la rueda de prensa del comienzo, el juego espacial de la primera escena entre Hamlet y Ofelia... Y es que tanto la lectura que han hecho Will Keen y Mª Fernanda Ache del texto es interesantísima y me place notablemente; como el reflejo que esta ha tenido en la espectacular e increíble escenografía y el uso del espacio escénico, que daban vida y dejaban respirar el texto que era una maravilla.
(Llegado a este punto me parece lícito recordar que esto se produce porque el espacio teatral –las Naves del Matadero no es un teatro a la italiana, y para la escena del siglo XXI, este tipo de espacios dan para mucho juego).
            Desde luego, si hay alguien que destaca de este montaje, esos son Antonio  Gil y Javivi. Estos sí que dan la cara. El primero, espectacular con sus seis personajes, de los cuales destaca la escena del enterrador. El segundo estaba inmenso: qué exhibición de Javivi, qué de matices da a su Polonio, cómo convencía, qué profundidad y convencimiento en esa interpretación y, lo que es más importante, qué buena la calidad humana que lograba transmitir con su personaje. Más personajes con peso para Javivi, por favor. 

ADÓPTAME, ADÁPTAME: El Búscón, de Quevedo y Niebla, de Unamuno



EL BUSCÓN DE QUEVEDO



DIRECCIÓN Y ADAPTACIÓN: Alfonso Zurro, a partir de la obra de Francisco de Quevedo
ESCENOGRAFÍA y VESTUARIO: Curt Allen Wilmer
ILUMINACIÓN: Florencio Ortiz
MÚSICA: Jasio Velasco
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Verónica Rodríguez
PRODUCCIÓN: Teatro Clásico de Sevilla/Teatro de la Jácara
REPARTO: Pablo Gómez-Pando, Manuel Monteagudo, Manuel Rodríguez, Antonio Campos, Juan Motilla, Mª Paz Sayago, Paqui Montoya.
DATOS DE LA FUNCIÓN: Patio del Colegio Fonseca, Salamanca,  17 de julio de 2012.
Este Buscón es la segunda adaptación que veo de la novela picaresca de Quevedo en pocos años. La anterior, la de Alonso de Santos, pretendía hacer una traslación del argumento de la novela a las tablas. Esta intenta ir más allá y no solo hacernos ver cuán corrupta y era la sociedad de Pablos, sino establecer un paralelismo directo entre la sociedad del siglo XVII y la de XXI, es decir, que propone una interpretación. Esto se consigue mediante la técnica de las escenas alternas interpretadas por los mismos actores: un buen trabajo que salvan de largo. Sin embargo, aunque sobre el papel la propuesta parece que está más que justificada y que tiene consistencia, en la puesta en escena no aparece de esta manera. Tal vez sea porque son demasiadas escenas de “trama autoconclusiva” o porque quizá habría que darle otra vuelta de tuerca en ese objetivo de asociar la sociedad del siglo XVII con la del XXI y buscar otro más efectivo y teatral.


NIEBLA





AUTOR: Pólluz Hernúñez, a partir de la novela de Miguel de Unamuno
DIRECCIÓN, ESCENOGRAFÍA Y ESPACIO ESCÉNICO: José Antonio H. Sayagués
ILUMINACIÓN: AGM Sistemas
VESTUARIO: Miguel Ángel Milán
ATREZZO: Daniel Hernández y Pablo Nuño
AYUDANTE DE DIRECCIÓN y PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Nuria Galache
REPARTO: Juan Luis Sara, Iván Gisbert, Nuria Galache, Lola Serrano, Guillermo Amaya, Raquel Pérez Mateos, Beatriz Serrana Bertos (chelo)
DATOS DE LA FUNCIÓN: Estreno absoluto. Teatro Liceo de Salamanca, 6 de octubre de 2012.

          Los estrenos me dan pereza: hay nervios, las tuercas escénicas no están engrasadas por completo, todo es muy emotivo y una gran parte del público está relacionada con el ámbito de la compañía. Y si estamos hablando de que Salamanca conmemora a uno de sus símbolos literarios con esta adaptación de una de sus novelas, pues imagínense el nivel de emotividad que había en el ambiente. Sin embargo, el deber es el deber y fui a la cita teatral de la adaptación Niebla, que además resultó grata.
Para contrarrestar, señalaré lo mucho que me place que el encargo haya sido a una compañía local, la del televisivo José Antonio Sayagués, y que respalden y apoyen la producción casera: que haya más así.
La primera pregunta que se me plantea es ¿por qué Niebla? A simple vista, la respuesta parece fácil: porque fue escrita en Salamanca (en la casa del Rector ahora Casa de Unamuno), porque una parte transcurre en Salamanca y porque quien conmemora es Salamanca. Y bueno, también está esa irresistible tentación de convertir –y exhibir– a Unamuno como personaje dramático pues, como es sabido, Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se marca un dialogazo con Unamuno al final de ella.
Y, efectivamente, lo más interesante del montaje es ese encuentro Augusto-Unamuno. Y Unamuno en general –en detrimento, cuidado, de la historia de Augusto–. Los monólogos del comienzo, final y las apariciones constantes del escritor intercaladas en la historia de Augusto y, sobre todo, cómo todo confluye en ese encuentro me llevan a preguntarme: ya que tanto interés en Unamuno, ¿por qué no haber desarrollado ese episodio y haber jugado con ello en vez de intentar abarcar la globalidad de una novela de más de doscientas páginas? Es idea. Mucho teatro se necesita para plasmar escénicamente la complejidad de las ideas unamunianas. De hecho, ya le costaba al propio Unamuno hacerlo.
Por lo demás, solo señalar el gran y digno trabajo que hacen los actores, –a la altura de otras compañías de la ciudad–, añadiendo una nota disonante: en general, la escenografía no iba a juego con el resto del montaje, ni me dio la impresión de que facilitara la acción.

28/12/12

LUCES DE BOHEMIA Y YERMA: intentando pillar el punto a Valle y Lorca


LUCES DE BOHEMIA



AUTOR: Ramón Mª del Valle-Inclán
DIRECTOR: Lluís Homar
DRAMATURGIA y COMPOSICIÓN MUSICAL: Xavier Albertí
ESCENOGRAFÍA y VESTUARIO: Lluc Castells
ILUMINACIÓN: Albert Faura
SONIDO: Roc Mateu
MOVIMIENTO ESCÉNICO: Óscar Kretschmar
PRODUCCIÓN: Centro Dramático Nacional.
REPARTO: Fernando Albizu, Enric Benavent, Jorge Bosch, Ángel Burgos, Jorga Calvo, Gonzalo de Castro, Javi Coll, José Ángel Egido, Rubén de Eguia, Sergio Gómez, Adrián Lamana, Jorge Merino, Nerea Moreno, Isabel Ordaz, Luis Padro, Miguel Rellán, Marina Salas.
DATOS DE LA FUNCIÓN: Teatro María Guerrero (Madrid), 24 de marzo de 2012. 2h 20 min

Uno de los problemas –de los muchos– que plantea Luces de bohemia es la resolución del espacio escénico. Conseguir que la escenografía y uso del espacio no ahoguen a los personajes y que se solucione la multitud de lugares que nos hace visitar Valle de forma eficaz. Sin duda, lo más destacable de este montaje fue la escenografía y el uso del espacio escénico: absolutamente magníficos. A esto se le une la interpretación de Miguel Rellán, que interpretara lo que interpretara parecía que se estaba comiendo el mundo. Gonzalo de Castro salva el personaje aunque estaba un poco fernangomezcesco en su tono de voz; otras, por el contrario, mejor omitir. 




YERMA 

AUTOR: Federico García Lorca
DIRECTOR: Miguel Narros
DRAMATURGIA y COMPOSICIÓN MUSICAL: Xavier Albertí
MÚSICA: Enrique Morente
ESCENOGRAFÍA: Mónica Boromello
ILUMINACIÓN: Juan Gómez Cornejo
VESTUARIO: Almudena Rodríguez
COREOGRAFÍA: Marta Gómez
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Luis Luque
PRODUCCIÓN: Faraute y Centro de Documentación Teatral.
REPARTO: Silvia Marsó, Marcial Álvarez, Iván Hermes, María Álvarez, Lara Grube, Roser Pujol, Rocío Calvo, Asunción Díaz Alcuaz, Teresa Quintero, Mona Martínez, Soleá Morente, Paloma Montero, Emilio Gómez, Antonio Escribano.
DATOS DE LA FUNCIÓN: Teatro Liceo, Salamanca, 1 de junio de 2012.

De este montaje de Yerma destaco la escena de las lavanderas: teatral a más no poder, estéticamente potente y, sobre todo, lorquiana. Es una pena que el resto de la propuesta escénica de Miguel Narros no hubiera tirado por ahí. La escenografía me pareció atractiva, me recordó a las Bodas de sangre, dirigido por José Carlos Plaza del CDN y como en aquel caso el montaje no me comunicó (y mira que a mí Lorca me comunica que no veas), ni así su protagonista (Silvia Marsó) ni su antagonista (Marcial Álvarez), este último alternaba momentos un poco estruendosos con otros interesantes.

29/4/12

MUESTRA UNIVERSITARIA DE ARTES ESCÉNICAS


He aquí el cartel de la Muestra Universitaria de Artes Escénicas. Por fin y por primera vez en su espacio adecuado: el Aula de Teatro Juan del Enzina.
Si queréis ampliar información, no tenéis más que pinchar en el siguiente enlace:  http://sac.usal.es/

19/3/12

EL NACIONAL






DIRECCIÓN, AUTORÍA y ESPACIO ESCÉNICO: Albert Boadella
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Dolors Tuneu
DECORACIÓN: Juan Sanz y M. Ángel Coso
VESTUARIO: Deborah Chambers
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Bernat Jansà
COLABORACIÓN MUSICAL: JORCAM y Sergi Boadella.
REPARTO: Ramón Fontserè, Begoña Alberdi (soprano), Jesús Agelet (violín), Enrique Sánchez-Ramos (barítono), Pilar Sáenz, Minnie Marx (viola), Dolors Tuneu (violoncello), Lluís Olivé.
PRODUCCIÓN: Els Joglars
AFORO: completo
DURACIÓN: 2 horas
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca, 10 de marzo de 2012, 21:00 h.
A mí con Els Joglars me pasa un poco como con Joaquín Sabina. Me llegan rumores de que esta será su última gira y como me encantan, pues pago mi entrada para ver, una vez más, sus grit-hits encima de un escenario. Y sigo disfrutando porque estoy enamorada de su labor artística como casi el primer día. Aunque los ojillos que les ponga ya no sean los mismos de antes.
La rumorología pululaba en el ambiente con la publicación del libro Adiós, Cataluña de Albert Boadella y se volvió más fuerte con la aceptación de este de la dirección de los Teatros del Canal –allá por 2009– y el autohomenaje de 2036: Omena-G. Todo indicaba que tras cincuenta años, había llegado el momento de jubilarse. Gracias a los dioses del Olimpo que no ha sido así porque –ya lo he afirmado en otras ocasiones– sus montajes son una (puta) máquina escénica PER-FEC-TA-MEN-TE engrasada con una calidad estética e interpretativa como para que la boca se te caiga al suelo, como los dibujos animados.
No me atrevo a aventurar si la reposición de El Nacional responde a esa otra vida de gestor cultural que su director Boadella lleva. Según leí las palabras previas del mismo en el programa de mano, al parecer, es porque en estos tiempos se dan unas circunstancias similares a las de 1993, a saber: “inflación artística” por “despilfarro y opulencia” en los montajes, divismo actoral, “complejidad burocrática y laboral”, crisis económica que obligará a agudizar el ingenio. Por eso el director de los Teatros del Canal repone El Nacional. La crítica al sistema burocrático y tal en pos de la búsqueda de la esencia teatral me parece fetén pero no deja de llamarme la atención que la firme un gestor, un bicho de esa misma burocracia, un mediador del arte. Y, honestamente, tengo mis dudas respecto a que Els Joglars no se beneficie como todo el zurriburri teatral de algún tipo de subvención y apoyo, tanto estatal como autonómico.
Cuestiones extra-teatrales aparte, el espectáculo es fabuloso. La acción se desarrolla en un teatro que está a punto de desaparecer, como en El cerco de Leningrado de Sanchis Sinisterra. Como en este también hay una crisis de valores –me pregunto si la crisis de valores no tendrá algo que ver con la desaparición de teatros- durante la cual un tipo excéntrico y utópico, Don José, se empeña en montar una ópera con actores puros, esto es, no contaminados con los vicios de un gremio acomodado, envidioso y divinizado. La estructura de “espectáculo que se va haciendo como quien no quiere la cosa” es muy parecida a la que se utilizaba en En un lugar de Manhattan. De hecho, aquel Don Alonso tiene mucho de espíritu y de composición de personaje de este Don José, ambos interpretados por el genialísimo actor Ramón Fontseré.
Una vez más, Pilar Sáenz destaca por su interpretación. Parece que es una de esas que hace mejor a su partenaire escénico pues este también suele sobresalir. En esta ocasión es Xavi Sais: cómo ha crecido y qué posibilidades tiene como actor. La otra gratísima sorpresa ha sido la divertidísima y descarada interpretación de la soprano Begoña Alberdi. Muy bien aprovechada su arrolladora voz y sus posibilidades cómicas en esa especie de personaje esquizoide. Espero verla en más montajes. Desde luego que los momentos más excelsos se deben a sus intervenciones operísticas (con viola, violín y violoncello) y a algunos parlamentos de Fontseré, todos ellos ubicados en los dos últimos tercios de la función, pues el primero andaba renqueante de ritmo y costó un pelín entrar en harina.
Varios son los puntazos de Don José: “todos los excesos conducen a Wagner”, “jodidos sentimentales que no podemos soportar el fin del mundo civilizado” o “en el arte lo que se pueda decir con un silencio que no se diga con un rebuzno”. A propósito de esta frase, yo hubiera preferido la eliminación o condensación de alguna escena que redundaba en lo ya dicho e interpretado. Varios son también los detalles muy teatrales que me gustaron especialmente: la interpretación de las notas musicales a través del lenguaje corporal de los actores, el cubo que derramaba sangre, los juegos de sombras, la escenografía (reconozco que sufrí con esas velas…). Una escena típica de Els Joglars fue la del periodista, criticado por falta de documentación, por hacer preguntas interminables e incomprensibles: obviamente, el periodista muere en escena. Don José aprovecha para asegurar que la muerte en escena es más plausible que en la vida real[1]. Y que, de hecho, la escena es mucho más real que la propia vida. Qué razón tiene.



[1] Por desgracia, Els Joglars sabe que la muerte fingida en escena es mucho más real que la muerte no fingida en escena (vid. Memorias de un bufón de Albert Boadella).

16/2/12

LA ESCUELA DE LA DESOBEDIENCIA




LAS LUCECITAS ROJAS DE LA COHERENCIA





DIRECTOR: Luis Luque
DRAMATURGIA: Paco Bezerra
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Pablo Ramos
ILUMINACIÓN: David Hortelano
COMPOSICIÓN MUSICAL: Luis Miguel Cobo
VESTUARIO: Paco Delgado
ESPACIO ESCÉNICO: Mónica Borromello
PRODUCCIÓN: Andrea D’Odorico www.teatro-andreadodorico.com
REPARTO: María Adánez y Cristina Marcos
MÚSICOS: Rosa Miranda (soprano) y Sofía Alegre (viola de gamba).
AFORO: completo
DURACIÓN: 1 h 30 minutos
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca, 11 de febrero de 2012, 21:00 h.

Resulta que La escuela de la desobediencia tiene un planteamiento más que interesante: una joven viuda y experimentada Susanne (Cristina Marcos) alecciona a su ingenua e inexperta prima pequeña Fanchon (María Adánez) sobre la sexualidad femenina. Ofrece diversas y liberadoras reflexiones sobre el placer de la mujer y, sin cortarse un pelo –nunca mejor dicho– describe gráficamente un encuentro sexual, las posiciones que se pueden adoptar o los tipos de pene; también le descubre cómo aliviar –manualmente o con determinadas herramientas– la ausencia masculina o le confiesa trucos para evitar la concepción. Y todo esto ambientado en torno a los siglos XVI-XVII, que es de donde proceden los textos de Raggionamenti y L’École des filles (el primero es de autor anónimo; el segundo es de Michel Millot) dramatizados por Paco Bezerra.
Por temática –la educación sentimental libertina de una mujer– y por naturaleza literaria –ausencia de riguroso conflicto teatral, textos de los siglos XVI-XVII– el riesgo que asumen dirección y dramaturgia es patente y, por cierto, me encanta. La estrategia dialéctica de adoctrinamiento ajeno a la moral social se me asemeja a la usada en la posterior Justine de Sade, sin su perversidad, claro está; y el reclamo de una libertad en el terreno sexual la relaciono, ya puesta, con la Madonna del álbum Erotica o con el tema Human Nature[1]. Llegado a este punto, nombrar Las amistades peligrosas parece inevitable.
Me gusta la dramaturgia. Los diálogos están muy bien construidos e hilvanados, lo cual facilita mucho la posterior puesta en escena. Solo una pequeña pega: el final. Ya me ha pasado con series y películas que están en la misma línea de ruptura y liberación femenina (tipo Sexo en Nueva York y Qué les pasa a los hombres) en las que el cuerpo me pide que en el final sean tan irreverentes y audaces como lo han sido en su propuesta y desarrollo. En este caso, me chirría que aparezca el tema del amor justo al final cuando los dos personajes no le han dedicado ni una sola frase hasta ese momento. Ahí lo dejo.
Tanto la escenografía, el espacio escénico como la estética cromática logran producir una atmósfera adecuada para la puesta en escena, que se adereza por la presencia constante en escena de una violagambista y una soprano que intervienen en varios momentos de la función. Aunque desde luego que a mí no me hubiera sobrado más presencia musical.
En la línea de coherencia que reclamaba antes está la puesta en escena del monólogo de Fanchon, pero justo lo contrario. Es un momento fundamental pues simboliza la transformación de la mentalidad de Fanchon a través de las experiencias sexuales: de la ingenuidad más absoluta a poner en duda algunas enseñanzas de su prima. Se inicia la transición con la interacción con la soprano, quien la ayuda a deshacerse de la ropa mientras el personaje rememora su primer encuentro sexual que vive y describe ya desde una bañera de llena de agua. Sin duda, lo mejor del espectáculo.
Parece difícil que anteriores trabajos no modelen la visión que una tiene de los artistas. De esta manera, confirmo que Cristina Marcos me parece una actriz de indudable talento que funciona bien para textos contemporáneos (El método Gronhölm), bien para clásicos. Su energía, su presencia, su voz, su dominio del tempo humorístico en escena son varias de sus virtudes como actriz. Destaco ahora para el futuro espectador la delicia de contemplar sus movimientos de manos y con el traje de época. Y eso a pesar de que parecía no tener su día –no fui la única que sospechó de algún despiste con el texto–, Cristina Marcos cumplió estupendamente con su papel de “maestra en artes”.
En la salida escuché comentarios muy positivos sobre la interpretación de María Adánez. Sin embargo, reconozco gestos y reacciones incoherentes en la construcción y evolución de su personaje y, desde luego, una discordancia importante entre el tono del personaje de Fanchon y el de Susanne. Las lucecitas rojas del “aquí algo que no” destellaron casi todo el tiempo. Más burlesco, ¿intencionalmente forzado? de la primera, que para nada era complementario con el de su compañera. Desconozco si ese tono burlesco era propuesta suya o de dirección, pero confieso que hubiera preferido una opción interpretativa más armónica entre ambas y coherente con la obra: o una cosa o la otra.
Eso sí, las águedas que tenían delante carcajearon, se escandalizaron ante tal desvergonzada verborrea y la festejaron. Salieron encantadas y un tanto alteradas. Mientras que yo, que sobre el papel aquello me tenía que haber convulsionado irracionalmente, me dejó un tanto fría y racionalizando la función.



[1] El respetable sabrá perdonarme esta referencia pop y un tanto kitsch pero todavía estoy impactada por la actuación de la susodicha en la Super Bowl’12. Y las asociaciones son, a veces, extrañas y sorprendentes.