8/12/09

DÍAS DE VINO Y ROSAS



INMENSIDAD Y TORBELLINO

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DÍAS DE VINO Y ROSAS
AUTOR: J. P. Miller’s
VERSIÓN (inglés): Owen Mcafferty
VERSIÓN (castellano) David Serrano
DIRECCIÓN: Tamzin Townsend
SELECCIÓN MUSICAL: Tamzin Townsend, Fran Arráez, Miguel A. Tudanca
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Rafael Garrigós
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Felipe Ramos
PRODUCCIÓN: Notro Stage/Traspasos Kultur/Teatro Lara/ Zoa Producciones
INTÉRPRETES: Silvia Abascal, Carmelo Gómez
AFORO: Completo.
DURACIÓN: 1 h 50 min.
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca. 21 de noviembre de 2009, 21:00

Pone fin la semana de los eventos una cita con Carmelo Gómez y Silvia Abascal, con Días de vino y rosas. Y la culmina satisfactoriamente. Ojo, como la mayoría de los que llenamos el Liceo aquel sábado post-sabina, yo iba a verlos a ellos porque de la obra no tenía ni idea. Y no defraudaron: ni ellos, ni la dirección, ni la adaptación cinematográfica, ni el gran acierto con la selección musical, ni el adecuado diseño de iluminación –a pesar de los fallos del directo, escenografía y vestuario.
De ellos, de los actores, puedo decir que estuvieron muy sorprendentes al comienzo porque cogieron por los cuernos el toro que se les venía encima y eso hizo que el paso de las rosas de la comedia romántica al vino del drama alcohólico-familiar fuera natural, que ya es difícil. Él estaba como es él, inmenso, como un león; ella un torbellino emocional que clavaba la inestabilidad de su personaje. Me gustan ambos y su energía, había química y buena comunicación escénica entre ellos, aunque él tiene capacidad de sobra para papeles más complejos: ojalá se lanzara a por ellos. A las tablas no les vendría mal que estos dos se paseasen más a menudo por ellas.
De ella, de Tamzin Townsend, puedo decir que este montaje es otra demostración de que es poseedora del don de la ubicuidad teatral y de que es capaz de facturar producciones exitosas (ahí están dos “reza”: El método Grönholm y Un dios salvaje) de teatro comercial con dignidad y calidad.
Un despiste tuvo la adaptación –o su directora, o el público… bueno, hubo un despiste– con los monólogos finales de los actores. Los espectadores interpretaron que, en primer término, monólogo seguido de oscuro suponía final de obra, por lo que el público aplaudió como si fuera terminara, pero todavía quedaban unos cinco minutos y un cambio de escenario. Pero esto es lo de menos, lo de más es que fue agradable y un trabajo muy bien ejecutado que se comunicaba con el público.

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