29/10/09

El caballero de Olmedo


PUES ESTÁ BIEN



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EL CABALLERO DE OLMEDO
AUTOR: Lope de Vega
COMPAÑÍA: Teatro Corsario
DIRECCIÓN: Fernando Urdiales
INTÉRPRETES: Borja Zamorano, Rosa Manzano, Luis Miguel García, Verónica Ronda, Patricia del Amo, Rubén Pérez Delgado, Borja Gutiérrez-Semprún, Julio Lázaro, Jesús Peña.
ESCENOGRAFÍA: Fernando Urdiales, Eugenia Navajo
ILUMINACIÓN: Javier Martín del Río
MOVIMIENTO Y COREOGRAFÍAS: Javier Juárez
INCIDENCIAS: Patio del Colegio Fonseca, aire libre. Aforo casi completo. 1h 40 m
LUGAR: Noches del Fonseca, Salamanca. 28 de julio de 2009, 23:00.
Teatro Corsario (o, lo que es lo mismo, Fernando Urdiales) es una compañía de repertorio vallisoletana de cierto prestigio nacional gracias a más de veinte años de trabajo, a montajes de teatro clásico bien elaborados. Su labor se está recompensando últimamente con varios premios importantes entre los que destaca el Max Revelación en 2007. En Castilla y León, además, es conocida por ser una de las niñas bonitas de la Junta, la hija predilecta del teatro clásico, muy merecidamente, dicho sea de paso. Este montaje es, sin duda, un ejemplo más de su trabajo más que digno, su esfuerzo y conocimiento del siglo de oro español.
La pieza comienza y termina con la deliciosa voz de Verónica Ronda (Inés) que entona el romance que dio origen a la obra. Sin duda, la música es uno de los grandes aciertos de este montaje, en el que se potencian los aspectos folklóricos del texto de Lope de Vega. Por un lado la austeridad castellana en la puesta en escena, los trajes y diseño de iluminación; por otro, la guitarra y la caja en directo, la escenografía emulando un coso taurino. Pero, por desgracia, no todos son aciertos en esta propuesta con toques cañí ya que el baile torero que da paso al tercer acto desluce bastante la propuesta así como la extraña construcción del personaje del Rey, incomprensible e innecesaria.
El amor, la muerte y el destino son los tres pilares en los que se basa Urdiales para su propuesta de El caballero de Olmedo, más tendente a la tragedia que a la comedia. Más tragedia por su ritmo, por la creación de ese clímax de fátum producido gracias a la circularidad de su escenografía taurina (tragedia catártica por excelencia), al romance cantado al comienzo y al final como oráculo revelado al espectador, y por Fabia, que ejerce de medianera entre personajes y entre escena y espectador, relatando lo que inevitablemente va a suceder a continuación. Menos comedia, aunque agradecido el espectador cuando aparecía por su luz y por el relajo, por el acertadísimo tratamiento humorístico de los personajes de Tello y Fabia (buen reflejo de otra celestina teatral).
Sí, es curioso, pero no es la primera vez que voy al teatro a ver una obra clásica y me encuentro con que los actores secundarios sobresalen muy por encima de los protagonistas: Rosa Manzano y Luis Miguel García están estupendos en sus papeles de alcahueta (Fabia) y criado (Tello). Sin embargo, los protagonistas Verónica Ronda (Inés) y Borja Zamorano (Don Alonso) se lucen bastante menos en sus interpretaciones que los anteriores. Inés correcta. Alonso soso. Claro, una, desde su mundo literario, se ha creado ya unas expectativas en torno al personaje del caballero de Olmedo y cuando lo ve tan “desaborío”, pues le decepciona.
El momento estéticamente más potente del espectáculo, sin duda, tiene lugar en la escena del pinar, cuando unas escobas repartidas por el escenario emulaban árboles y una tenue iluminación azul-blanco creaba una terrible y bellísima atmósfera de muerte.
Pues sí, ha estado bien.

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