2/1/11

VISTA ATRÁS. EL 2010 SEGÚN EL 2011.












VISTA ATRÁS. EL 2010 SEGÚN EL 2011.


30 espectáculos. Menos que otros años, menos decepciones, más selección, menos programación, más amigueo, menos FÁCYL, más rememoraciones, menos teatro de calle, más obras para el recuerdo. Más calidad, creo.
8 obras made in Salamanca. Desde luego el café-teatro se llevó la palma con un Absurdos que no estuvo mal aunque puede dar mucho más de sí; dos Kakareando (o cacareando, ya no sé) que mejora cada día; una sorprendente y agradable Orquesta Torbellino; y el deseado regreso en dos ediciones (primavera y otoño) calcadas entre sí del Gran Café Teatro, si no fuera porque se celebraron en lugares diferentes. Tan solo dos espectáculos de sala, uno de ellos universitario y muy largo: Estocolmo. Y un Veneno que supuso un cambio de rumbo de Intrussión hacia otros lares dramatúrgicos. ¿Por qué tan poco teatro de sala made in Salamanca? Pereza. Conocidos casi todos, solo voy a lo que me interesa por calidad (y simpatía personal-teatral), con la esperanza de que todos luchen por superarse a sí mismos.
7 textos contemporáneos 19:30, La charca inútil, Urtain, El cerco de Leningrado, 2036 Omena-G, Veneno y Un dios salvaje, montaje español con texto francés. Para que luego digan que no hay dramaturgos, ni textos de calidad. Todos ellos mostraron frescura y estaban bien construidos. En 19:30 y La charca inútil mediaba Adolfo Fernández: en el primero, buen elenco, buena dirección; en la segunda, delicadeza absoluta para tratar un tema tan complicado como las secuelas por los atentados del 11 M. El cerco de Leningrado fue un montaje honroso para un texto difícil. 2036 Omena-G supuso el autohomenaje de la despedida de un director, con la acostumbrada excelencia en la puesta en escena. Un dios salvaje, un elenco mediático que resolvió estupendamente un texto de la Rezza, no tan maravilloso como anteriores.
6 “con ganas de”. Glengarry Glen Rose con Carlos Hipólito y Ginés García Millán, La moza del cántaro de la Joven CNTC, Angelina o el honor de un brigadier dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente, la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo, Festival de Almagro, Festival de Mérida. Aish! Otra vez será.
5 FÁCYLES y varios FAQUIRES. El cambio de programador trajo un necesario cambio de aires que se agradeció notablemente. La calidad de los montajes, en general, era para mí media alta: atrás quedó ese medio antes de entrar a la sala porque la obra podía ser una maravilla de los dioses del teatro (Petiteshistoires.com) o una gran cagada (para olvidar). Ahora parece todo mucho más equilibrado, estuviera cerca de tus gustos personales o no, si te compras una entrada, vas con la tranquilidad de saber que aquello está muy bien hecho. Pororoca me gustó. Orfeo y Eurídice y Stemmer estuvieron bien aunque no sean mi estilo. Dogville me sorprendió muy gratamente y Gnosis, simplemente, me hizo levantar del asiento junto al resto del público para aplaudir a ese privilegiado de la danza. Que todo siga así, a pesar de la bajada de presupuesto.
4 estaciones, 4 obras. Primavera, Urtain. Verano, Gnosis. Otoño, El alcalde de Zalamea. Invierno, Todos eran mis hijos. Espectáculos como estos son los que te atrapan, te zambullen en lo que sucede en el escenario, te emocionan: dan sentido al teatro. Gran apoteosis final de año en Valladolid con Miller, Tolcachir, Hipólito y Muñoz.
3 clásicos. La CNTC mostró doble personalidad con tan buenos actores y tantos recursos técnicos y económicos. La cara: El alcade de Zalamea. La cruz: El condenado por desconfiado. Bien está lo que bien comienza, Calígula se rebeló como un montaje de mucha calidad gracias a la inteligencia de su director y al trabajo de compañía. La sorpresa clásica se la llevó Himenea a final del año.
2 refritos. Trampa mortal se volvió a montar con su protagonista anterior en un montaje comercial propio para visitar una ciudad en fiestas; El pisito, fue una adaptación de la película que funcionó gracias, fundamentalmente, a que su cómico tiró de recursos.
1 decepción. El mal de la juventud.
El espectáculo del año: URTAIN. Y de 2009 y de 2008. La primera vez siempre es inesperada, impresionante. La segunda fue en el Teatro Liceo y, aunque la maquinaria estaba más que engrasada, se notó el cambio de espacio en la parte técnica. Y a la tercera fue la vencida, pero la de la perfección teatral: la obra no solo no había perdido toda la intensidad y emoción tras la gira sino que se había incrementado con la apoteosis de la cercanía de los premios MAX, la grandísima acogida de público durante la gira y el cambio de actor en el personaje del Presentador que no hizo más que darle agilidad, energía y exhibición.
1 actor. Roberto Álamo no interpreta a Urtain, es Urtain. Su entrega absoluta al personaje, su comprensión, su humanidad son admirables. Emociona y se emociona. Da al público y recibe con humildad. Es puro corazón, verdad interpretativa. Una bestia escénica. Su interpretación, sus detalles son tan dignos de recordar como la interpretación de un grande. Roberto Álamo es grande, inmenso.

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