22/12/09

NOVIEMBRE


SOMBRAS QUE ACOSAN A LUCES





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NOVIEMBRE
AUTOR: David Mamet
VERSIÓN y DIRECCIÓN: José Pascual
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Rafael Garrigós
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Felipe Ramos
DISTRIBUCIÓN: Pentación Espectáculos
INTÉRPRETES: Santiago Ramos, Ana Labordeta, Cipriano Lodosa, Jesús Alaide, Rodrigo Poisón
AFORO: Completo.
DURACIÓN: 1 h 40 min.
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca. 18 de diciembre de 2009, 21:00

Es curioso cómo en menos de un mes ves dos espectáculos de cuyas partes técnicas se ocupan las mismas personas: Felipe Ramos y Rafael Garrigós firmaron iluminación y escenografía en Días de vino y rosas y repiten en esta. Como en aquella, la parte técnica se adecuaba correctamente a la puesta en escena propuesta por el director. Ambos montajes coinciden, también, en la nacionalidad estadounidense de los textos y que ambos se podrían encuadrar dentro de una puesta en escena realista, típica del teatro burgués. Ahora bien, mientras uno se ocupa de una relación de pareja que comenzaba y se deterioraba a base de alcohol, el otro se centra en hacer sátira política en torno al habitante de la Casa Blanca, su mediocridad y sus ruines quiebros para aferrarse, cual lapa, al poder.
El punto de partida es reconocible para todo aquel que esté familiarizado con el imaginario estadounidense: el protagonista es el presidente de USA, el espacio es el despacho oval, el tiempo son los días previos a Acción de Gracias y a unas elecciones presidenciales, el sueño americano de que se puede llegar a lo más alto con trabajo, las líneas telefónicas del presidente…. solo faltó el Air Force One. La comparación con el anterior inquilino y su nivel de inteligencia, el de las armas de destrucción masiva, es inevitable y eso es uno de los elementos que tiene este espectáculo para congraciar con el espectador: a la gran mayoría nos gusta y nos hace gracia que se metan y ridiculicen a un presidente –y más si es de EEUU porque es el que nos manda; y más si nos cae mal, como es el caso–, que se exhiba abiertamente su obsesión por el poder, la falta de respeto por el pueblo, su ligereza para robar, engañar, manipular, sobornar y mentir; y que se acepte que es un tipo mediocre también.
Ahora bien, la resolución tanto textual como escénica tiene sus grandes luces y sus sombras. Ilumina hasta bien lejos la introducción y el uso inteligentísimo del teléfono textualmente hablando, claroque se convierte en un personaje más, es el pilar textual del ritmo haya sido bien ejecutado o no, como es el caso, el que envuelve al espectador en la obra, aunque en algún momento de la segunda parte agote una pizca tanta llamada. No es, seguro, el mejor texto de Mamet pero en él sí se vislumbra, y a veces se aprecia, su ingenio, su inteligencia, su carácter y se puede alabar su manejo de la carpintería teatral. Me hace quedarme con ganas de ver más del autor.
Del reparto destaca, cómo no, la interpretación de Santiago Ramos, foco de atención de la obra, origen del conflicto, protagonista absoluto. Él dice – repito: dicela mayor parte del texto y ocupa casi literalmente la mayor parte del escenario. No lo digo por espacio sino por movimiento: derrochaba tal cantidad de energía como para que Unión Penosa estuviera tranquila durante una temporada; pero una vez transcurridos los veinte primeros minutos pensé que no podría llegar más alto ni al final de la función sin bajarla. Al final llegó –hay un pico hacia abajo con el resto del montaje entre el segundo y tercer acto– pero tanta exhibición de gestos, de movimientos, de gritos puede agotar al espectador. Contrasta por contención el personaje de Archer Brown, interpretado por Cipriano Lodosa, actor que me sigue llamando la atención desde que lo descubrí como genial chicoMihura en el último Tres sombreros de copa: mide, controla escenario, tiempos, trabaja a favor de obra… como con Mamet, también tengo ganas de verlo en más registros de los dos que lo he visto, por comprobar si mantiene el nivel.
Ana Labordeta y Jesús Alcaide me parecieron correctos y bajaba Rodrigo Poisón, quien apareció en un nivel diferente al del resto del reparto en sus apenas cinco minutos y tanto su interpretación como su introducción como personaje desentonaban bastante.
Con todo, me parece hay que medir también los excesos, revisar algunos aspectos del texto al que se podía haber sacado más partido y no aturullar tanto para lucir más la pieza.

8/12/09

¡AL CARAJO LA POESÍA!


MENOS ES MÁS=TEATRO


¡AL CARAJO LA POESÍA!

IDEA ORIGINAL y DIRECCIÓN: Marieta Monedero

TEXTO Y DRAMATURGIA: Marieta Monedero y Carmen Castrillo

ADJUNTA A LA DIRECCIÓN: Carmen Castrillo

DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Agustín Martín

DISEÑO GRÁFICO: María Riera

VOZ EN OFF: María Ángeles Alonso

GRABACIÓN: Suso de la Nava

ESCENOGRAFÍA, VESTUARIO Y ATREZZO: Luis Oliver, Carmen Castrillo y Marieta Monedero

COMPAÑÍA: Raízde4teatro

INTÉRPRETES: Carmen Castrillo y Luis Oliver

AFORO: Completo

INCIDENCIAS: Estreno absoluto

LUGAR: Sala B, CAEM, Salamanca, 18 de noviembre de 2009, 22:00.



Después de un sinfín de espectáculos poéticos, lecturas afectadas, encuentros en la tercera fase poética, ultra-post-mega recitales, performances poéticas-artísticas que era incapaz de entender; después de haberme relacionado y escuchado a poetas-personajes trasnochados, bohemios finiseculares mediocres, fashion-cool iluminados que explicaban UN poema durante quince minutos, que me perseguían para explicarme su incomprensible poética (para mí), que me hacían coger manía a Borges y a Cortázar de tanto citarlos, que me lanzaban al consumo desesperado de cerveza con limón y me brindaban la oportunidad de practicar el viaje astral… después de todo eso, me uno a la Marieta, a Oli y a Carmen Castrillo y, con ellos, mando al carajo la poesía. Así, tan visceral y apasionadamente, pero con mucha cabeza.



Simple: dos actores, diez escenas, dos atriles, unas mesas, unas sillas, un casi inabarcable abanico de citas poéticas en español. Y ya está. Lo mezclamos todo, le añadimos sentido común, trabajo, solidez, mimo, delicadeza y amor a la literatura y, sobre todo, conocimiento de qué es eso de teatro y qué es la poesía, y tenemos un espectáculo teatral sobre poesía de los pies a la cabeza, divertido, lúdico, didáctico, que apela a la inteligencia del espectador, a su cultura popular y a la menos popular. Todo muy pensado y cuidado, bien utilizado, con mucho sentido estético: la escenografía, el cromatismo, el uso del espacio escénico. Con unos ajustes en la parte final para completar de hilvanar el hilo propuesto al comienzo y perfilar algunas escenas de la última parte, estará más que estupendo.



Qué maravilla –y qué tranquilidad– oír recitar a los actores. No sé si habrán acudido a alguna escuela de declamación o a algún maestro sesudo, o si, simplemente, habrán dicho el verso como debe decirse: diciéndolo. Admiro el brillante trabajo de ambos, la versatilidad para hacer reír cuando procede, para crear un nudo en el estómago cuando quieren, para bailar y cantar tango. Me encanta la composición de personajes, el dominio de la voz y del ritmo escénico que tienen, especialmente ella. Y me encanta la propuesta de jugar con la poesía, de ensamblar miles de citas y darles una forma escénica más que solvente, de descontextualizarlas de su sentido habitual. Y me encanta que citen a Sabina y a Gardel.



Una apuesta arriesgada, felizmente resuelta. Que quiero repetir, oye, a ver si me desintoxico un poco de tanta culturilla.

DÍAS DE VINO Y ROSAS



INMENSIDAD Y TORBELLINO

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DÍAS DE VINO Y ROSAS
AUTOR: J. P. Miller’s
VERSIÓN (inglés): Owen Mcafferty
VERSIÓN (castellano) David Serrano
DIRECCIÓN: Tamzin Townsend
SELECCIÓN MUSICAL: Tamzin Townsend, Fran Arráez, Miguel A. Tudanca
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Rafael Garrigós
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Felipe Ramos
PRODUCCIÓN: Notro Stage/Traspasos Kultur/Teatro Lara/ Zoa Producciones
INTÉRPRETES: Silvia Abascal, Carmelo Gómez
AFORO: Completo.
DURACIÓN: 1 h 50 min.
LUGAR: Teatro Liceo, Salamanca. 21 de noviembre de 2009, 21:00

Pone fin la semana de los eventos una cita con Carmelo Gómez y Silvia Abascal, con Días de vino y rosas. Y la culmina satisfactoriamente. Ojo, como la mayoría de los que llenamos el Liceo aquel sábado post-sabina, yo iba a verlos a ellos porque de la obra no tenía ni idea. Y no defraudaron: ni ellos, ni la dirección, ni la adaptación cinematográfica, ni el gran acierto con la selección musical, ni el adecuado diseño de iluminación –a pesar de los fallos del directo, escenografía y vestuario.
De ellos, de los actores, puedo decir que estuvieron muy sorprendentes al comienzo porque cogieron por los cuernos el toro que se les venía encima y eso hizo que el paso de las rosas de la comedia romántica al vino del drama alcohólico-familiar fuera natural, que ya es difícil. Él estaba como es él, inmenso, como un león; ella un torbellino emocional que clavaba la inestabilidad de su personaje. Me gustan ambos y su energía, había química y buena comunicación escénica entre ellos, aunque él tiene capacidad de sobra para papeles más complejos: ojalá se lanzara a por ellos. A las tablas no les vendría mal que estos dos se paseasen más a menudo por ellas.
De ella, de Tamzin Townsend, puedo decir que este montaje es otra demostración de que es poseedora del don de la ubicuidad teatral y de que es capaz de facturar producciones exitosas (ahí están dos “reza”: El método Grönholm y Un dios salvaje) de teatro comercial con dignidad y calidad.
Un despiste tuvo la adaptación –o su directora, o el público… bueno, hubo un despiste– con los monólogos finales de los actores. Los espectadores interpretaron que, en primer término, monólogo seguido de oscuro suponía final de obra, por lo que el público aplaudió como si fuera terminara, pero todavía quedaban unos cinco minutos y un cambio de escenario. Pero esto es lo de menos, lo de más es que fue agradable y un trabajo muy bien ejecutado que se comunicaba con el público.